La reportera de El Dínamo habla de su experiencia en el periodismo de investigación, abordando también la crisis de los medios y los desafíos que a este respecto se presentan en la formación académica.

 

La investigación, la inmersión en los aspectos más oscuros de la sociedad y sus instituciones, son el motor del trabajo de Gabriela Pizarro. Periodista titulada en 2015 de la Universidad Católica, dice que eligió este rumbo por la atracción que ejerció en ella ese conocimiento que se les esconde a las personas comunes. El año de su titulación Ingresó al Centro de Investigación e Información Periodística (Ciper) para realizar su práctica profesional, en la cual partió investigando el Caso Basura, que afectó a cuatro comunas de Santiago. Siempre quiso trabajar ahí: desde que entró a la universidad, veía a Ciper como uno de los mejores medios nacionales. Para Pizarro, el periodismo de investigación es el más útil y concreto, ya que profundiza en temas que el periodismo convencional no aborda. Ve este último, eso sí, como una fuente fundamental de información y de temas para investigar.

Su paso por Ciper se extendió hasta 2018, y actualmente es reportera en El Dínamo. También es ayudante de la cátedra de Periodismo de Investigación en la Universidad Alberto Hurtado, experiencia en la que ha desarrollado una visión crítica de la enseñanza del periodismo, así como de las complicaciones que se plantean con quienes lo estudian.

 

¿Qué problemas has encontrado al hacer investigación? ¿Has recibido amenazas o presiones?

-Hay problemas en el medio, en el funcionamiento del periodismo de investigación. Eso, por el lado laboral. Pero también hay problemas para salir a reportear. El primer problema es que, en la mayoría de los medios, no hay dinero ni recursos, por lo que se rigen por notas de fácil acceso. Los noticiarios, en particular, buscan que los vea la mayor cantidad de personas, de manera que parten los programas con un video bien brígido, ojalá de narcos disparando al aire o de un lanzazo en el centro. Cualquier cosa que enganche a la audiencia. En el caso de los medios digitales, buscan el clic fácil. Cuando las decisiones editoriales pasan por ese filtro, se hace muy difícil sostener investigaciones a largo plazo, porque toman tiempo y se necesita un periodista dedicado específicamente a un tema, mientras que, al mismo tiempo, puedes tener a una sola persona haciendo veinte notas de clic fácil. Para el editor del medio, va a ser más valorable esto último, que atrae audiencia, que permite tener más auspiciadores y personas que financien el medio.

Ahora, si el financiamiento está resuelto, si cuentas con la venia del medio y de tu editor, los problemas que se abren son otros, relacionados con el reporteo.

Nunca he recibido una amenaza directa. Ha habido entrevistados que se han puesto a llorar, que me han dicho que les voy a cagar la vida, como el exconcejal [de Maipú Carlos] Richter, del Caso Basura: cuando le hice la entrevista, que era lo último que se hacía, ya tenía todo reporteado y documentado, de modo de ir bien preparada para contraargumentar. A él no le quedó otra que ponerse a llorar. Me sacó que tenía una hija que estudiaba Derecho, que iba a manchar su apellido, que no iba a poder ejercer. Yo le expliqué que no quería cagarle la vida, que estaba reporteando. Le decía: “Lo que ustedes estaban haciendo es desviar fondos públicos y recibir dineros por hacer mal su pega. A ustedes se les paga por fiscalizar a un alcalde, y no lo hizo”. Es la situación más incómoda que me ha tocado vivir.

Lo otro es la desconfianza. Investigando a Carabineros, cuando iba llegando a mi casa tarde y cruzando la calle veía una patrulla, no sentía tranquilidad. Yo los estaba reporteando y sabía que estaban coludidos con narcos, con ladrones. En ocasiones, ellos mismos eran quienes asaltaban bancos. Con esto, uno le va viendo el verdadero rostro a la sociedad y a las instituciones que la componen.

 

-Hablaste de problemas en el reporteo…
-También la crisis pasa por la falta de editores bien formados y enfocados. Se necesitan editores capaces de orientar las investigaciones y el reporteo. Tengo, también, muchas dudas con la preparación de los periodistas. Lo veo porque hago clases en la Universidad Alberto Hurtado, y he asistido a la UDP. A pesar de que son universidades bien catalogadas en el ranking nacional de periodismo, hay muchas falencias que vienen desde los primeros años de la educación. La crisis educacional impacta en la formación de los periodistas que salen a la calle. Hay buen material, los periodistas están a disposición, pero faltan editores que sepan orientar hacia el foco correcto, que sepan decirle a su periodista en qué se tiene que fijar para dejar de reproducir versiones. Falta más visión crítica en la pauta diaria y en lo que se escribe.

-La carrera de Periodismo en Chile es muy larga, con muchos ramos complementarios que dificultan la especialización. ¿Cúal es tu visión?
-No sé lo de la especialización, pero creo que es importante la formación en diversos ámbitos, para tratar cualquier tema que se vaya a enfrentar. Eso sí, considero que se enseñan un montón de contenidos que no sirven para nada. Si me preguntas, lo ideal sería que los estudiantes fueran más aplicados, que se involucraran más, políticamente, y cuya participación tuviera una mayor acogida en las universidades. Tiene que existir una mayor responsabilidad por parte de los estudiantes. Esto es un problema, si consideras que la mayoría no lee las noticias. Cuando fui ayudante, el profesor preguntó en una clase quién es Flavio Echeverría (exdirector de finanzas de Carabineros), y solo uno de los alumnos levantó la mano. Hay que tomarle el peso a la profesión. El estudiante de Periodismo no está sujeto a presiones como las de un estudiante de Medicina, que puede poner en riesgo la vida de un paciente. Por eso, no es consciente del daño que puede provocar si hace mal su pega. Que la gente esté tan desinformada se vuelve un problema que nos termina afectando a todos. El rol de un periodista en una democracia débil es fundamental.

Ahora, hay gente que dice que, con la inteligencia artificial, los periodistas van a ser reemplazados por robots. Yo creo que en algunas pegas va a ser así, sobre todo si hay que reproducir un mensaje solamente, pero eso va a permitir que haya más circulación de información, y hará más necesaria la pega del periodismo de investigación: hará falta quien discrimine en medio de todo lo que se va diciendo.

 

-A propósito de seleccionar y discriminar, ¿cómo hace para dejar de lado la información menos relevante?
-Depende de cada tema. En Ciper pasaba por que la pauta tuviera el foco correcto, que asistieran todos los periodistas y que estuvieran bien informados del tema, de la actualidad. Que se hayan leído los diarios, cuestión que a los estudiantes de periodismo les cuesta mucho entender. Yo puedo opinar que El Mercurio es un pasquín de derecha, pero tiene información importantísima si quiero saber que está pensando el empresariado, qué quiere hacer el sector económico que lleva las riendas. También hay algo que se va dando con la misma experiencia. En El Dínamo somos periodistas jóvenes, pero en Ciper hay periodistas que vienen investigando desde la Dictadura. Es maravilloso trabajar con alguien que te pueda decir qué es relevante, pero siempre hay que estar bien informado. Es clave, también, el trabajo en equipo: en la conversación con los colegas van saliendo muchos enfoques que pueden servir.

 

-¿Cómo llega el periodista de investigación a las fuentes?
-Hay muchas formas. Es difícil que alguien se te acerque y te diga, “oye, tengo el cheque que le pasaron a un político”. Gran parte de los temas surgen de la pauta diaria. De repente, una caluguita en La Cuarta te puede dar indicaciones de que algo está pasando. Si en Arica la guagua de una temporera murió por el uso de un pesticida, el periodista de investigación se debe preguntar: ¿Cuántas guaguas están pasando por esto? ¿Dónde ocurrió? ¿Habrá gente que viva cerca? ¿Por qué la persona no estaba ocupando un resguardo para ese tipo de productos? ¿Habrá sido capacitada para eso? ¿Cuántas mujeres están en esa misma situación? ¿Eso pasa solo en Arica? Hay un montón de preguntas no respondidas en la caluguita de dos párrafos. Esa es otra razón por la que les digo a los estudiantes que tienen que leer los diarios. Hay temas que no se pueden responder con el reporteo de una tarde, pero la investigación con más tiempo podría dilucidar un poco mejor lo que está ocurriendo.

También están las conversaciones diarias con gente de otras profesiones y áreas, del Gobierno y empleados. Me pasa mucho que me cuentan cosas graves que los funcionarios tienden a normalizar. Por ejemplo, dicen que está muy mal cierta cosa y uno les pregunta si eso pasa siempre, entonces dicen que sí. Uno, como periodista, debe pensar todo lo que está pasando detrás de lo que te dicen, porque pueden salir temas bien cototos. Yo siempre ando con una libreta -la llevo hasta a los carretes-, porque de la conversación puede salir algo relevante que se pueda investigar. Las antenitas deben siempre estar alertas.

Igualmente, las denuncias son importantes: gente que se acerca a contarte algo. Ahí, uno debe ser responsable para resguardar la identidad de la persona y asegurarle que la información va a ser bien tratada. Eso es algo que pasaba mucho en Ciper, donde las fuentes sabían que podían confiar. En El Dínamo hay gente que nos llama para contarnos cosas, pero hay que ser conscientes de que el informante es importante, pero no la única fuente. Contraloría tiene unos buscadores de resoluciones con los que accedes a un mapa con las comunas, y te tira una lista de informes con los cuales uno tiene mucho que reportear. La base de datos del Poder Judicial te puede decir qué se está discutiendo en cierto juzgado. Si uno sabe buscar bien la información, siempre va a encontrar temas. También está el ingenio del propio periodista: mirar detrás de lo que te cuentan y hacerte las preguntas que los noticiarios no se están haciendo.

-¿Pueden los medios subsistir solo con donaciones?
-Yo creo que sí, y hay medios que lo demuestran, como Diario.es, de España: ha sido premiado muchas veces y es un ejemplo para muchos medios digitales, porque lograron llegar a su nicho y conseguir que un gran número de españoles los financiara mensualmente. Les ha ido tan bien, que ahora tienen un departamento que se encarga solo de administrar las membresías, de tener contentas a esas personas que todos los meses les están pasando plata. Y han hecho trabajos espectaculares. Se pueden financiar medios así, pero es difícil, y las experiencias que en Chile no han dado muy buenos frutos.

-¿Qué diferencia hay, en este punto, entre España y Chile?
-No lo sé, tendría que estudiarlo. Pero lo que allá les sirvió mucho tuvo que ver con el boom del 15M, donde los “indignados” acamparon en la Puerta del Sol, producto de una efervescencia social. Diario.es se transformó en una solicitud por parte de este grupo, ya que empezó a responder las preguntas que tenían. Además, si bien tenía un discurso progresista, se transformó en el medio que más reporteaba a Podemos: sus luchas, sus egos y la plata que recibían. No se dejaron permear por intereses políticos. Medios como El Desconcierto, que es afín al Frente Amplio, no tiene una pauta que siga y persiga los debates en esa coalición. Temas como el sueldo de Giorgio Jackson o los fondos de Gabriel Boric podrían ser cubiertos por estos medios, pero no lo hacen. Eso sí, hay que considerar también una serie de factores que se dan en España y que aquí no se dan con tanta frecuencia. Cada país tiene su modus operandi.

Al final, ya nadie se interesa por ciertos temas porque se volvieron muy comunes…
-Al final, nada nos sorprende. Me cuesta ver la solución a esos problemas. Es como lo que pasa en México con las muertes: asesinan a tanta gente, que una masacre de doce personas no es nada. Yo he estado con periodistas mexicanos que han tenido que reportar matanzas a tal punto, que cuanto les dicen que murieron cuatro personas, su reacción es indiferente. Eso pasa cuando normalizamos una pauta que está bañada en sangre todos los días. Si no matan a 50 personas, no te mueves ni del escritorio porque no es para tanto. Pero si aquí mataran a doce personas, los narcos tendrían a todos los medios encima. Depende de cada país y de lo que normalizas o no.

 

-¿Cómo llegaste al Caso Basura?
Ciper lo había reporteado en 2010, siendo el primer medio en contar que estaba ocurriendo algo irregular. Cuando llegué a Ciper, en 2015, en las noticias salió que se había reactivado la causa y cómo habían pasado años en sin una resolución. Se comenzaron a allanar municipios y domicilios, principalmente en Cerro Navia y en Colina. Entonces, tuve que ver por qué en Cerro Navia y en Colina, si antes era una investigación centrada en Maipú. Fue una noticia de La Tercera, y nosotros empezamos a buscar a los involucrados y a contactarlos.

 

-¿Cómo supiste a quién recurrir? ¿Cómo llegaste a los involucrados?
-Se hace principalmente con el reporteo. Si en la lista del reportaje de La Tercera me ponen una lista con 15 personas, lo primero es saber quiénes son, dónde viven, cuál es el vínculo que tienen con el municipio, quiénes son sus familiares. Antes de ir a hablar con gente, había que tener bien rastreado desde el escritorio, con datos recolectados en Internet, porque hay que ser bien cuidadoso antes de entrevistar a alguien. En el transcurso del reporteo son súper relevantes los “viudos de poder”: la gente que, por ejemplo, si ocurre algo en la municipalidad de Maipú y echan gente, va a estar molesta porque quedó sin pega. Probablemente hablen de las cosas que ocurrían dentro de la Municipalidad, porque ya no tienen nada que perder. Esas fuentes son súper importantes para un periodista de investigación, ya que son personas que tienen ganas de hablar. De hecho, una de las fuentes más importantes del Caso Basura fue la exseñora de Marcelo Torres Ferrari, quien era concejal en Maipú y administrador municipal en Cerro Navia. Él era el vínculo entre estas dos comunas y quien coordinaba los sobornos; además, recibía las cajas con plata. También le pegaba a la señora. Entonces, cuando fue candidato nuevamente, sus adversarios políticos dieron a conocer que su esposa lo había denunciado por violencia intrafamiliar. Esta nota fue una caluga chica en El Mercurio, y un periodista de Ciper lo vio y dijo que había que hablar con ella, porque estaba molesta y, sobre todo, porque conocía la interna del Caso Basura: había visto todo. Cuando mi compañero fue a verla, ella le contó todo: le dijo que había visto cómo la gente de KDM llevaba bolsas con fardos de billetes de 20 mil pesos, cómo llegaban a su casa los concejales a discutir sobre las licitaciones, además de hablar sobre su relato de violencia intrafamiliar, sin minimizar lo que vivió. Con las fuentes hay que estar atento. Hay que saber en quién se puede confiar y quién puede entregarte información con la cual llegar a los implicados.

 

 

Tomás Aranda

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.

Maximiliano Chandía

Estudiante de Periodismo de la Universidad de Chile.